Pese a su importancia estratégica, el tramo 1 del corredor vial sigue sin solución definitiva y enfrenta amenazas de colapso e incomunicación.
El tramo 1 de la vía Bogotá–Villavicencio, que se extiende desde el túnel del Boquerón hasta El Tablón, sigue siendo uno de los más críticos y olvidados del país. A pesar de múltiples promesas y millonarios estudios, enfrenta serias amenazas de inestabilidad, baja capacidad vial y deterioro ambiental sin soluciones efectivas por parte del Estado. La modernización, que incluye doble calzada, túneles y viaductos, avanza lentamente bajo el contrato de consultoría VE-698-2023 entre la ANI y el Consorcio Corredor B-T 05, pero los riesgos crecen cada día.
Este tramo presenta desafíos geológicos y climáticos, agravados por la alta pluviosidad y puntos inestables que generan riesgos permanentes de cierre. Además, se opera aún en una sola calzada, lo que lo hace vulnerable y peligroso ante cualquier derrumbe. La situación se ha agravado por el cierre de 5,5 km en la calzada antigua, obligando al uso en doble sentido del túnel Renacer, que sufre de alta contaminación y aumento en la accidentalidad.
La consultoría actual, cuyo plazo se extiende hasta diciembre de 2024, incluye estudios de factibilidad, riesgos, oferta y demanda, y sustentará una posible concesión bajo modelo APP. Sin embargo, debido a retrasos técnicos y administrativos, se firmó un Otrosí para extender las fases clave. Aun así, el deterioro ambiental de la quebrada Estaqueca y su impacto sobre el río Negro continúan sin atención efectiva, con un riesgo inminente de avalanchas y derrumbes que amenaza vidas e infraestructura.
A esto se suma el abandono del kilómetro 58, tramo nuevo que lleva seis años sin uso a pesar de haber costado cerca de un billón de pesos. No existen recursos asignados para su habilitación, lo que representa un creciente detrimento patrimonial. Igualmente, el paso urbano por Puente Quetame sigue sin intervención, pese a los estudios ya elaborados.
Según cifras oficiales, hay cerca de 200 puntos inestables en todo el corredor, de los cuales 60 son de alto riesgo. El Ministerio de Transporte estimó una inversión de 1,2 billones de pesos para atenderlos, pero hasta la fecha solo se han asignado 40.000 millones, lo que ha permitido intervenir apenas tres puntos. El resto sigue sin atención, y el riesgo de un cierre total entre Bogotá y Villavicencio permanece latente.
Tomado de Bluradio