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Navidad en soledad: ¿bienestar personal o dolor emocional?

Pasar la Navidad en soledad puede ser una elección gratificante o una experiencia dolorosa que afecta la salud mental.

Navidad en soledad: ¿bienestar personal o dolor emocional?

La Navidad, tradicionalmente vinculada a la unión familiar y la celebración con amigos, puede generar experiencias complejas para quienes la pasan en soledad. Según el Dr. Joaquín Mateu Mollá, director de la Maestría en Gerontología y Atención Centrada en la Persona de la Universidad Internacional de Valencia - VIU, la soledad en esta época tiene dos caras: una voluntaria, que puede ser positiva, y otra impuesta, que afecta la salud emocional.

Aquellas personas que deciden pasar las fiestas solas suelen aprovechar este tiempo para la introspección, el descanso y la planificación de nuevos propósitos. “Es un distanciamiento necesario para replantear el futuro y enfocarse en el autodesarrollo”, señala el experto. Sin embargo, esta visión contrasta con quienes atraviesan una soledad no deseada, lo que genera sentimientos de marginación, tristeza y frustración, exacerbados por la nostalgia de seres queridos ausentes.

El bombardeo publicitario propio de estas fechas juega un rol crucial en cómo se percibe la Navidad. Las campañas refuerzan la idea de felicidad ligada a la unión familiar y los regalos, impulsando el consumismo y dejando de lado la diversidad de realidades personales. Para quienes no desean o no pueden compartir en familia, estos mensajes pueden ser dolorosos al contrastar con su situación.

“Existe una imposición social de estar rodeados de personas, algo que puede resultar artificial e insostenible cuando no responde a un deseo genuino”, explica el Dr. Mateu. A menudo, la necesidad de fingir alegría o convivir con personas poco apreciadas añade una carga emocional difícil de gestionar.

El experto recalca que no existe una única forma de vivir la Navidad y que es fundamental respetar las decisiones individuales. Ya sea en compañía o en soledad, lo importante es encontrar un equilibrio que responda a los deseos personales, sin ceder a presiones sociales o expectativas irreales.

La reflexión invita a cambiar la percepción negativa de la soledad, especialmente en fechas tan simbólicas, y a mostrar mayor empatía hacia quienes enfrentan estas celebraciones desde el duelo, la nostalgia o la elección de estar consigo mismos.