Histórica actuación del boyacense Nairo Quintana en el Tour de Francia. Gana la penúltima etapa, segundo en la general, campeón de la montaña y entre los jóvenes, convierten al colombiano en la gran revelación en la carrera ciclística por etapas más importante del mundo.
Sobran, o tal vez escasean, los adjetivos para calificar la actuación del pedalista colombiano Nairo Alexander Quintana en el Tour de Francia, la carrera por etapas más importante y exigente del mundo.
En esta infernal carrera el diminuto y cetrino corredor boyacense saltó de los campos de su natal Boyacá a los campos Eliseos franceses para abrazar la gloria y acariciar el olimpo, reservado solo para aquellos que se atreven a romper moldes e irrespetar a los más encopetados del selecto pelotón ciclístico mundial.
En cada pedalazo de este aguerrido corredor colombiano se reflejan sus gigantescos esfuerzos para dejar atrás aquellos momentos amargos por los que ha atravesado su corta vida. A los 22 años sabe que es sufrir una extraña enfermedad que lo dejaba sin aliento y a sus padres cargados de preocupación porque creían que su hijo no iba a alcanzar sus oraciones diarias para seguir en este mundo.
Su fortaleza en cada ascenso de la carrera francesa ha de recordarle el esfuerzo que día a día realizaba para llegar a la escuela en donde adelantaba sus estudios. Solamente en su mente se estaba incubando la formación de uno de los mejores corredores colombianos en la historia reciente.
Mientras que sus compañeros de clase hacían el recorrido en un bus, Nairo se las ingeniaba para recorrer los 16 ó 20 kilómetros que separaban su hogar paterno de la institución educativa.
Tal vez en la soledad de sus pedalazos, rumbo a adquirir nuevos conocimientos, se soñaba compitiendo en las más importantes carreras de Colombia y del mundo.
Ahora cuando todas las miradas del mundo se fijan en su diminuta figura, tal vez recuerde aquellas jornadas cuando empezó a labrarse un mejor futuro a punto de pedalazos. Rememorará cuantas veces llegó a casa exahusto y con laceraciones en manos, piernas y otras partes del cuerpo, o porque se caía o porque le tocaba esquivar a los irresponsables conductores que viajan por las vías colombianas, a los que los ciclistas les importan muy poco.
En medio de flash, cámaras de televisión, asediado por periodistas de todas partes del mundo y rodeado de bellas modelos, Nairo siemrpe tiene en mente la imagen de sus padres don Luís y doña Eloísa, aquellos dos seres extraordinarios que nunca renunciaron a luchar por la crianza de su hijo, y que jamás han perdido la humildad de orgullosos campesinos. Siempre que hace una referencia allí aparecen ellos, porque sabe que gracias a ese hombre-de rostro bonachón-y ella-en cuyos rasgos se refleja la dulzura de la mujer colombiana-están fundamentados su éxito y su enorme proyección como uno de los pedalistas colombianos llamados a hacer historia en este difícil deporte.
Vestido de coraje y arropado de humildad, Nairo ha logrado superar sus limitaciones físicas para romper en mil pedazos el gran pelotón de encopetados europeos para gritar a los cuatro vientos que desde Colombia viene un hombre que, quizás nació para hacer historia dentro de la centenaria historia del Tour de Francia, la más emblemática carrera del mundo.
Y vaya de qué manera este boyacense, de piel cetrina y rasgos típicos de los del altiplano colombiano, está empezando a reescribir la sorprendente historia de la patria en territorio francés.
O sino como dejar de decir que no es histórico que sea el segundo en la clasificación general de la competencia, solo superado por un británico con miles de kilómetros en sus piernas; o dejar que mencionar que no es histórico ser el nuevo campeón entre los más jóvenes en la exigente competencia. Y si esto no es suficiente, como no puede ser histórico que se haya eregido como el mejor escalador de la prueba. Y para hacer más grande esta referencia histórica debemos escribir y gritar a los cuatro vientos, que de sus piernas surgieron los pedalazos que lo llevaron a ganar la penúltima etapa que lo tiene adportas de abrazarse con la historia y de volverse cómplice de la gloria.Si es que la gloria tiene cómplices!
'Nairoman', 'Kingtana' o simplemente Nairo. Él es la más grata revelación y realidad inmediata en el ciclismo del mundo, ahora cuando el uso de sustancias indebidas (dopaje) a derrumbados grandes mitos como el 'gringo' Lance Armstrong.
Tal vez la aguadepanela, cuchuco de trigo con espinazo de cerdo, adosado de cubios, chuguas, nabos y otros ingredientes típicos y únicos de la gastronomía boyacense se constituyan en objeto de ´sesudos´análisis de los científicos del mundo para comprobar si estas delicias, nacidas en el campo colombiano, son las que le han dado a Nairo la fortaleza para encumbrarse a la cima más destacada en el pedalismo del mundo.