¡Bienvenid@s!

La crudeza del covid-19 que toca la puerta de una familia

 - Es la historia de la familia de Andrea Avella que, como muchos colombianos, ya se ha visto cara a cara con el covid-19 desde una UCI.

La crudeza del covid-19 que toca la puerta de una familia

Andrea Avella vivió la dureza del virus que desde hace más de un año es motivo de conversación, tema central en noticieros y un capítulo en la vida de muchos, el SARS-CoV-2.

 

Ella, una sonriente enfermera de 40 años, y su familia compartieron su experiencia con el covid-19 y, con la intención de darnos un mensaje a todos los colombianos, contaron esta historia que, si bien terminó con un hecho muy feliz en su vida, también culminó con el adiós a un ser querido.

 

“De repente mi padre empezó a sufrir de una aparente alergia. Mi esposo también comenzó a tener unos dolores de cuerpo y de cabeza muy intensos, pero pues en esos momentos no pensamos realmente en el covid-19, solo en que era un resfriado”, contó Andrea. Sin duda, sus 23 semanas de embarazo eran un signo de precaución máxima. Mientras el enemigo empezó a demostrar su fuerza en su padre y su esposo, ella perdió el olfato y el gusto.

 

“Inmediatamente pedí la prueba y me confirmaron positivo para covid-19”, recordó. “Le tomaron la prueba a mi papá y a mi esposo, ambos salieron positivos. Mi padre empezó a agravarse”, contó, y fue en ese momento cuando se trasladó a la clínica, donde fue hospitalizado y, posteriormente, ella recibió el diagnóstico de neumonía compatible para covid-19.

 

La dificultad respiratoria de Andrea empezó a ser inmanejable, “entonces el intensivista, el internista y el ginecólogo decidieron pasarme a la UCI porque ya había empezado a desaturarme con el peligro de que mi niña, en mi vientre, se quedara sin oxígeno”, relató. Mientras en un cuarto Andrea vivía el caos de no poder respirar bien y de sentirse limitada, en otro cuarto su padre también libraba una pelea fortísima contra el covid-19 en una UCI, pero ella aún no lo sabía. Además, dijo, ante la inminente necesidad de intubarla, de sus médicos salieron las terribles noticias para una madre cuya vocación estaba enmarcada en la vida de sus hijos: “requerimos sedarte y vamos a desembarazarte”.

 

 

En su cabeza pasaba como una película un doloroso momento, el haber perdido un hijo prematuro años atrás. Ella simplemente no quería llevar este sufrimiento nuevamente. “Como pude, me arrodillé. Invoqué a la Virgen de Guadalupe y le dije: Tú me regalaste esta hija. Si es de ti, te pido que salga adelante, pero que las dos o nos salvemos o no viviéramos”.

 

Durante su padecimiento, recuerda Andrea, contó con ‘un ángel enviado del cielo’: una psiquiatra que trabajaba en la clínica. “Ella hablaba todos los días conmigo. Me ponía audios de mi hijo que decían que él me necesitaba y que estaba muy pequeño para que yo lo dejara”.

 

 

 

Empezó a evolucionar bien y a responder a las terapias. Le quitaron la máscara y le dieron oxígeno por cánula nasal. Salió de la UCI y la mantuvieron en piso otros siete días. Pero aún quedaba su papá luchando contra los efectos del virus. “Él duró 43 días y aunque superó la enfermedad, las secuelas empezaron a vislumbrarse. Nadie quería contarme qué era lo que sucedía con él por mi estado”, rememoró. Su padre tuvo afectaciones posteriores en su cuerpo. Algunos de sus órganos presentaban fallas y eran conscientes que sería un proceso difícil.

 

 

Uno que terminó con el fallecimiento. El nacimiento de Salomé La pequeña Salomé fue un milagro de vida ya que, al contrario de lo que piensan los demás, ella también luchó junto a su madre ante un panorama difícil.

 

“Me programaron cesárea porque había tenido una ruptura uterina, seguramente por la tos que tuve cuando padecí el covid-19.

 

En caso de haber sufrido alguna contracción nos hubiéramos desangrado las dos y, por ende, una muerte segura, pero Dios no lo quiso así”, contó. Han pasado alrededor de seis meses del desarrollo de esta historia que no estaba dentro de los papeles ni de Andrea, ni de nadie. Aunque la familia sufre por la ausencia de este padre, abuelito y suegro, dan gracias a la vida porque Salomé sobrevivió y ahora es una saludable bebé que está cerca de cumplir su primer año de vida. “Esta es una patología muy delicada, y a pesar de que pensamos que nunca nos va a dar, el covid-19 llega sin notificarlo y llevarse a los que más amamos. Yo nunca pensé que ese sería el último año que iba a estar con mi papá.

 

Sabemos que los hijos deben enterrar a sus padres, pero no lo imaginé con él todavía, porque era un hombre saludable”, sostuvo. A partir de toda su historia, lo único que le queda por decir a Andrea es la invitación “a todos que se cuiden y no vivir esta pesadilla que yo viví”, concluyó.