El Caballero de la Sonrisa murió el 1 de octubre en la ciudad de Cali a los 80 años.
Alegre, elegante y siempre irreverente se le vio en las pantallas de los hogares colombianos haciendo parte del elenco de Sábados Felices durante 37 años. En el año 2013, debido a dificultades con su salud, tuvo que despedirse del que fue su segundo hogar y en donde hizo reír a carcajadas a múltiples generaciones del país.
Hoy no solo lo lloran en su barrio La Flora, en Cali, también lo hacen todos los seguidores de su carrera. Don Enrique deja viuda a su esposa Alba Lucía y huérfanos de padre a sus cuatro hijos.
Sin embargo, después de su partida, es preciso recordarlo como el gran hombre que fue.
Un humorista profesional que inspiró a los nuevos talentos que lo sucedieron, que además encontraron en su guía a un hombre con la sonrisa a flor de piel, con el sentido del humor afilado y listo para sorprender a cualquier momento.
El Caballero de la Sonrisa vivió su vida sin arrepentimientos, siguió el ejemplo de su padre, quien quiso alejarlo de la delincuencia y lo alentó a dedicarse a una tarea noble. ¿Qué otro oficio más generoso que dedicarle su tiempo a la gente para hacerla feliz y permitirle olvidarse de sus problemas?