No bastan las maravillas naturales que adornan a este departamento de fantasía.
De un tiempo para acá nos han venido insistiendo en que este departamento está predestinado a ser la potencia de turismo de naturaleza en el país y un gran atractivo para el mundo.Y uno podría decir, que hasta si. Eso podría ser cierto. Si nos atenemos a todas las maravillas naturales que uno encuentra a lo largo y ancho de las 29 poblaciones que hacen parte de la división geográfica del Meta.
Pero eso no es suficiente.
Veamos
La vía Bogotá-Villavicencio con cierres frecuentes, inestabilidad en por lo menos 134 puntos críticos, tres peajes costosos en un poco más de 86 kilómetros…Viajar es una completa odisea…Se sabe a que hora se emprende el recorrido, pero no cuándo podrá terminar. Como en épocas prehistóricas, rocas de hasta 200 toneladas caen de la montaña a la calzada dejando incomunicada una paciente comunidad. Sin mencionar los cientos de toneladas de piedra y lodo que con frecuencia se resbalan en aquellos ‘puntos críticos’ como eufemísticamente ahora le llaman. La montaña se descuaja a pedazos, llevándose consigo las esperanzas, los sueños, las ilusiones de cientos de miles de seres humanos que, indignados, o ¿resignados, tal vez? Se preguntan y entonces cuándo…Tal vez cuando la desidia de un centralismo asfixiante tome conciencia de la importancia de hacer las obras cuando se tienen que hacer y no ¡cuando a ellos se les antoje! O si no, como entender que un año después de anunciar la construcción de un viaducto de 750 metros como la solución mágica para acabar con los constantes cierres a la altura del famoso kilómetro 58, hoy se sigan dando palos de ciego y no se tenga claro, por parte de quienes realizan los procesos contractuales, si se necesita o no licencia ambiental lo que obliga a suspender el proceso licitatorio. 365 días después llegan a esa brillante conclusión y entonces todo se retrasa, pero eso poco importa. Seguiremos viendo videos impactantes de como se cae la montaña o como quebradas o ríos se ‘comen’ de a mordiscos la bancada en diversos tramos de la montaña. Saben que habrá voces disonantes, emputadas oficiales, pronunciamientos con exigencias que solo se soportan en un papel o tal vez en una red social. Luego todo volverá a la calma. Las aguas bravuconas e inesperadas volverán a su cauce. Las ovejas descarriadas volverán al redil y todos seguiremos esperando el trino, la ‘wasapiada’ informando el enésimo cierre y volveremos con el famoso cuento del perro arrepentido que regresa con el rabo entre las piernas y el hocico partido.
Nos anuncian, con bombos, platillos y show mediático, una malla vial, nos llenan de expectativas, pero a los 15 días nos zampan ‘los ajustes’ acordados e incrementan los valores de los peajes para que el concesionario pueda hacer realidad las vías que este departamento necesita y se merece. , Pero esas vías no deberían ser a punta de peajes. ¡No señor! Bastante le aportamos al desarrollo económico y social del país. O eso creemos nosotros. Recuerden que una cosa piensa el burro (si es que los burros piensan) y otra el que lo arrea. Claro que algunos dirán, pueda que los burros no piensen, pero quizás nos gobiernan.
Aunque suena increíble, toda la llamada malla vial de este departamento está concesionada…como dice el campesino, las correas saldrán de nuestro propio cuero. Y cuando a uno le rasgan el cuero eso duele ¿no? Pero quizás, a punta de pagar los costosos peajes Bogotá-Villavicencio nos ha llevado a no sorprendernos con imposiciones similares y todo se nos vuelve paisaje. Y una rasgada más en nuestro cuero no nos va a quitar la vida, dirán algunos o quizás muchos. Por eso, durante muchos años, tal vez décadas seguiremos en la constante diaria de pagar de nuestro bolsillo las vías que un Estado o una nación deberían garantizarnos. Duele y lacera sentir ese desdén hacia una región que ha sido fundamental en la historia de este país.
Seremos tan ricos en este departamento que no nos ruborizamos ante la arremetida de anunciarnos mallas viales con billonarias inversiones, pero a punta de peajes y con anuncios inmediatos de lo que pagaremos en los siguientes años.
Ir de Villavicencio a Puerto López y regresar ahora valdrá $27.400 (solo por que resta de este 2021, porque en el 2022, si en el 2022, habrá nuevo incremento) y si hablamos de Puerto Gaitán pues la vuelta completa tendrá un costo de ¡$49.800! Tarifa para vehículos de la categoría 1, nada más. Ya hicieron cuentas de cuánto debe pagar quien quiera ir de Bogotá a una de estas dos poblaciones en plan de turismo o de negocios. Tal vez muchos lo pensarán antes de emprender el viaje, no solo por la realidad de los cierres frecuentes, sino porque hay asegurar una buena provisión para pagar los seis peajes instalados en los cerca de 290 kilómetros que separan a la Capital de la República con el 'Paraíso Natural'.
Pero es que el cierre constante de la vía Bogotá-Villavicencio no solo afecta a sus usuarios permanentes, sino que también genera cierres viales en las calles de la capital del Meta (video) y por supuesto que esto es mínimo frente a las incalculables pérdidas económicas que se registran cada vez que se suspende la operación terrestre por esa arteria vial.
El suministro de energía que se suspende con el asomo de la más mínima ventisca…El servicio se interrumpe con una frecuencia que ya no sorprende y las maniobras para restablecerlo demoran horas y horas, cuando no días…Es la triste historia del cuento del perro arrepentido que vuelve con el rabo entre las piernas y el hocico partido. Muchos inconformes con el anuncio de la enajenación de las acciones que el gobierno tiene en nuestra querida Electrificadora del Meta, arengas van, arengas vienen en contra de la susodicha ‘privatización, pero pocos se detienen a escudriñar la causa real de los enésimos apagones. Pareciere que a muchos les interesa más hablar del ‘negocio de las acciones’ y no del por qué a los metenses se nos va la luz con tanta periodicidad. Eso poco importa. Un pueblo a oscuras será menos visible, tal dirán.
Ya los angustiados habitantes de Villavicencio y el Meta no saben si se va más el servicio de energía o son más frecuentes los cierres de la vía Bogotá-Villavicencio.
Entonces con este sombrío panorama en materia vial y del servicio de energía, por no hablar de otros ‘males, es complicado creernos el cuento de que somos o seremos ‘potencia’ del turismo de naturaleza o bueno, de cualquiera otra cosa.
Bueno…Aquí seguiremos esperando la próxima emputada oficial…el anunciado y consabido pronunciamiento ‘indignado’de nuestros ‘líderes’ cada vez que halla un nuevo evento en el teatro de las operaciones, pero de esa misma manera se diluirán en el marasmo de un nuevo e inesperado hecho noticioso…Y entonces repetiremos la historia triste del perro arrepentido que regresa, siempre, con el rabo entre las piernas y el hocico partido.