Más de 5,000 emergencias en 2023 evidencian la necesidad de formar a los niños en resiliencia ante desastres climáticos en Colombia.
En un contexto alarmante, el Consejo Colombiano de Seguridad (CCS) ha instado a fortalecer la educación en prevención de desastres, destacando que en 2023 se registraron 5,151 emergencias, un aumento del 13% en comparación con el año anterior. Este incremento pone de manifiesto la urgencia de preparar a las nuevas generaciones ante los efectos del cambio climático, especialmente considerando que 346 instituciones educativas sufrieron daños durante este periodo.
La vulnerabilidad de Colombia frente a desastres naturales es notable; más de 2,700 centros educativos han sido afectados en la última década. Según el Índice de Riesgo Climático de la Infancia (IRCI), el país ocupa el puesto 62, con una calificación de 5,4, lo que indica que los niños presentan una vulnerabilidad media-alta a situaciones de riesgo. Este fenómeno tiene un impacto directo en la salud y el bienestar de la infancia, con consecuencias como la exposición a enfermedades transmisibles y el deterioro del desarrollo emocional.
Adriana Solano Luque, presidenta ejecutiva del CCS, enfatiza que “educar para la resiliencia no solo prepara a los niños para emergencias, sino que también forma a los líderes del mañana”. Es fundamental que las organizaciones, comunidades, y padres colaboren en esta tarea, incorporando una cultura de prevención que permita a los niños no solo sobrevivir, sino también prosperar en medio de crisis.
Los datos recientes también reflejan que, en 2024, las emergencias han dejado un saldo de 198 fallecidos y 1,019 heridos, afectando a los departamentos de Cundinamarca, Huila y Antioquia. Con el cambio climático intensificando la frecuencia y la severidad de desastres, se hace indispensable que la educación en resiliencia esté integrada en los planes de estudio, enseñando a los estudiantes a identificar y mitigar riesgos.
El CCS también subraya la necesidad de atención psicosocial para los niños que han enfrentado emergencias, dado que muchos sufren de ansiedad y estrés postraumático. Brindar apoyo emocional a estos jóvenes no solo ayuda a su recuperación, sino que también fortalece su capacidad de respuesta ante futuros desafíos.
Finalmente, el CCS hace un llamado a la acción: es crucial adoptar medidas para construir y rehabilitar escuelas resilientes a desastres. Esto incluye preparar la infraestructura escolar y capacitar a docentes en protocolos de emergencia. Las instituciones educativas deben ser espacios seguros y centros de aprendizaje en resiliencia, empoderando a los jóvenes como agentes de cambio en sus comunidades y promoviendo una cultura de prevención que prepare a las futuras generaciones ante un entorno cada vez más desafiante.