El cierre de unidades de parto en Colombia pone en riesgo a madres y recién nacidos. La crisis financiera y la falta de camas agravan la emergencia.
En los últimos años, la reducción de servicios de ginecología, obstetricia y neonatología se ha convertido en un problema crítico en Colombia. En Medellín, seis clínicas han cerrado sus unidades de parto, generando un déficit del 65 % en camas para atender nacimientos. En Bogotá, el Hospital San Ignacio suspendió temporalmente estos servicios por falta de recursos.
Cali es una de las ciudades más afectadas. La Clínica Farallones, donde nacieron más de 84.000 bebés, cerró su unidad materno-infantil debido a la baja rentabilidad y los retrasos en pagos de las EPS. Según María Cristina Lesmes, secretaria de Salud del Valle, esta problemática se ha intensificado en los últimos tres años, afectando a mujeres y niños de municipios cercanos.
El déficit de camas pediátricas también es preocupante. Según la OMS, Colombia debería contar con 30.000 camas para atención infantil, pero solo dispone de 17.000. Entre 2023 y 2024, se cerraron 142 camas en varias ciudades.
Expertos advierten que el problema radica en la falta de financiamiento del sistema de salud. La Asociación Colombiana de Obstetricia y Ginecología alertó sobre el impacto del cierre de hospitales en la atención materno-infantil y pidió medidas urgentes para evitar un colapso total del sistema.
Tomado de Semana