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Congreso advierte sobre el impacto del trauma infantil en la salud mental

La niñez vive heridas invisibles que, sin atención, se convierten en cadenas emocionales para toda la vida.

Congreso advierte sobre el impacto del trauma infantil en la salud mental

El psicólogo español Rafa Guerrero, director de Darwin Psicólogos, alertó que los traumas no atendidos en la infancia representan una amenaza creciente para la salud mental. Durante el III Congreso Internacional de la Red de Educación Emocional y Bienestar (RIEEB), organizado por la Universidad del Rosario y Colsubsidio en Bogotá, señaló que cada vez más niños crecen en hogares donde el dolor emocional se enfrenta en soledad, sin acompañamiento ni reconocimiento.

Guerrero explicó que la ausencia de categorías clínicas específicas para menores en manuales como el DSM-5 invisibiliza diagnósticos de estrés postraumático en niños. Esta omisión, dijo, los empuja a buscar refugio en adicciones o en entornos digitales que sustituyen vínculos familiares, dejando cicatrices emocionales que persisten en la adultez.

La situación tiene dimensiones globales: la OMS estima que seis de cada diez niños menores de cinco años sufren castigos físicos o violencia psicológica de sus cuidadores, mientras que hasta 1.000 millones de menores entre 2 y 17 años fueron víctimas de algún tipo de violencia o negligencia en el último año. Estos patrones, según Guerrero, perpetúan formas de crianza basadas en la amenaza, el chantaje y el silencio, normalizando el maltrato cotidiano.

El especialista diferenció entre traumas simples, asociados a eventos específicos y socialmente reconocidos, y traumas complejos, producto de la acumulación de prácticas como la sobreprotección, la indiferencia o el maltrato emocional. Estos últimos, advirtió, son los más invisibilizados, pese a que generan graves afectaciones en la salud mental de los jóvenes y se traducen en diagnósticos erróneos de TDAH, desregulación emocional o trastorno negativista desafiante.

Para Guerrero, la clave no está solo en el diagnóstico clínico, sino en la creación de vínculos seguros que reconozcan al niño y reparen la herida emocional. La soledad, añadió, es el peor agravante del trauma, porque refuerza la desconexión del menor con su entorno y con su propia identidad. “El trauma se cura en sociedad, no en soledad. Nadie aprende a confiar en sí mismo sin haber tenido antes un vínculo seguro”, subrayó.