Por medio de un voluntariado 3 jóvenes han aportado sus conocimientos para edificar sociedad.
Con la creación de proyectos ambientales en el contexto de reciclaje y sociales, como plazas de bolsillo para mejorar espacios olvidados, Julio Rueda, un Villavicence ha logrado traspasar fronteras con los conocimientos aprendidos en Colombia.
Pues este joven, ingeniero ambiental de 24 años, dice que se enteró por las redes sociales, que podía viajar a otro país del mundo para aportar sobre sus aprendizajes del cuidado hacia el medio ambiente, y todos los métodos que ha puesto en práctica en la capital del departamento del Meta.
“En octubre decidí aventurarme a inscribirme en un voluntariado con tal sorpresa de que fui aceptado” así, el 27 de enero del 2020 salió de Colombia para Brasil, junto con la ONG Associação Fraternidad, o amor é a resposta, con toda la alegría de representar muy bien su nacionalidad y enseñar sobre su profesión a brasileros.
Rompiendo con el esquema de que la educación es mejor y los conocimientos más prácticos en el extranjero de Colombia, pues es un sueño para muchos colombianos educarse en otro país diferente al suyo.
De tal manera, que Julio y otros dos colombianos más, como Astrid Rodríguez, profesional en Mercadeo y Publicidad y Yohan Sebastián Espinosa, también ingeniero ambiental, tomaron un voluntariado que dura 6 semanas, y se les asigna una familia que da alimentación y hospedaje, para unirse e implementar proyectos en su pasada por el país visitante.
Una experiencia que edifica a estos amigos con el común denominador, sus gustos por la parte social, ambiental y cultura.
Yohan Espinosa, expresa que visitó México en el estado de Culiacán – Sinaloa, y allí trabajó con los niños en la colonia de Aguaruto "Sembrando Historias" el cual tenía como finalidad despertar en ellos actitudes y habilidades que les permita un mejor desarrollo en temas relacionados al multiculturalismo, medio ambiente, proyecto de vida, salud y bienestar, y profesiones e igualdad de género. Asegura asimismo, que durante su instancia en el país azteca fue embajador de Colombia, y resume su experiencia en dos frases “salir de la zona de confort tal vez represente correr riesgos, pero solo así podrás tener grandes resultados, y se tú el cambio que quieres ver en el mundo”.
Por otra parte, Julio Rueda, quien se encuentra en Teresina - Piauí, Brasil, dice que con a la ayuda de Mantovani su mano derecha en el proyecto y Rita la directora del lugar, se pudo crear que las personas con consumo de drogas, recicladores y la población que no reciclaba, una comunidad verde como resultado, y ahora gracias al trabajo realizado su compañera tiene un nuevo sueño, crecer con la fraternidad en el tema del reciclaje.
Su paso en este proyecto, ha hecho que se enamore del caluroso saludo de los niños de la ONG, de sus abrazos y sus juegos, haciendo que nazca en él una meta, el de realizar un propósito dirigido a los menores, pues “tenía un reto ejecutar en 6 semanas dos proyectos, uno de reciclaje hacia la comunidad y los adultos con problemas de alucinógenos y el otro, sobre plazas de bolsillo (estrategia del banco iberoamericano de desarrollo) para los pequeños, ahora, gracias a la ayuda de los otros voluntarios pudimos pasar de un patio simple a una zona de juego”
Sin embargo, pronto Julio volverá de nuevo a Colombia, con la satisfacción de haber aportado no solo en lo ambiental, si no en lo social y educacional en los niños en otro país, semanas que dejo en él nuevos conocimientos, todo un feedback en realidad, y dejando un mensaje de inspiración hacia los jóvenes “que no tengan miedo de salir de esa zona de confort, porque cuando uno sale experimenta cosas maravillosas, amor, alegría, tristezas, soledad, logros y al terminar allí, se abre la mente para seguir devorándose el mundo”
Así, a través de la ONG llamada AIESEC ellos se abrieron campos en otros países, ofreciendo oportunidades a los jóvenes para que apoyen comunidades, conozcan el mundo y desarrollen su liderazgo.