Colombia impulsa la agricultura regenerativa para fortalecer su liderazgo mundial en exportación de flores y proteger los ecosistemas rurales.
Colombia consolida su posición como potencia mundial en floricultura al adoptar prácticas de agricultura regenerativa que buscan equilibrar productividad, sostenibilidad y competitividad. Según Asocolflores, el país cultiva más de 520 especies y 1.600 variedades en 10.000 hectáreas, exportando el 95% de su producción, con ingresos superiores a USD 2.358 millones en 2024.
El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible presentó la Guía Ambiental para Cultivos de Flores y Especies Ornamentales con Enfoque de Economía Circular, documento que promueve la restauración de suelos, el ahorro hídrico y la reducción de agroquímicos. Estas medidas consolidan la transición del sector hacia modelos agrícolas más responsables con el entorno.
En Antioquia, donde se concentra el 97% de la producción nacional de hortensias, se han implementado técnicas como compostaje superficial, rotación de cultivos, labranza mínima y uso de bioinsumos. Los resultados son evidentes: suelos más fértiles, menor erosión y reducción del impacto ambiental sin afectar la rentabilidad.
El Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) avaló oficialmente la disposición de residuos vegetales de hortensia como práctica sostenible. Además, la aplicación de sensores climáticos, sistemas de fertirrigación y paneles solares en postcosecha ha permitido disminuir la huella de carbono y optimizar recursos.
El sector floricultor, que genera cerca de 200.000 empleos —el 60% ocupados por mujeres—, ha encontrado en la agricultura regenerativa una oportunidad para mejorar condiciones laborales, garantizar sostenibilidad ambiental y responder a las exigencias de mercados internacionales como Estados Unidos, Europa y Asia.