Colombia mantiene una deserción universitaria superior a la OCDE, impulsada por brechas económicas, académicas y emocionales que siguen sin resolverse
En Colombia, la deserción en educación superior continúa por encima del promedio de la OCDE, un desafío que persiste pese a los esfuerzos institucionales. Según cifras del Ministerio de Educación, cerca de uno de cada tres estudiantes abandona sus estudios antes de graduarse, mientras la tasa anual se mantiene entre el 8% y el 9%. Este panorama revela un problema estructural que afecta directamente tu acceso a la educación y la movilidad social.
Las cifras muestran que, de cada 100 jóvenes que ingresan a una universidad, apenas 43 logran titularse. La principal razón sigue siendo económica: muchos estudiantes interrumpen su formación por la imposibilidad de pagar matrículas o cubrir gastos básicos, lo que los obliga a priorizar el trabajo sobre la educación. A estos factores se suman dificultades académicas, emocionales y vocacionales que reflejan fallas en el acompañamiento institucional.
Expertos en transformación digital advierten que la deserción no se explica únicamente por el rendimiento académico. Para especialistas como Martín Morelli, este fenómeno expone brechas económicas y emocionales que el sistema educativo aún no logra cerrar, especialmente en estudiantes provenientes de estratos bajos, zonas rurales o colegios con recursos limitados.
Frente a este escenario, las universidades han comenzado a apoyarse en la inteligencia artificial para reducir el abandono. Gracias a modelos predictivos que alcanzan precisiones entre el 75% y el 90%, las instituciones pueden identificar señales tempranas de riesgo y ofrecer apoyo académico, emocional o socioeconómico antes de que un estudiante abandone. Las instituciones que ya implementan estas herramientas reportan reducciones en deserción entre el 20% y el 30% en un periodo de dos a tres años.
El uso de datos y algoritmos permite conectar información sobre rendimiento, asistencia y participación con variables emocionales y socioeconómicas, lo que da lugar a intervenciones más oportunas y personalizadas. Esta articulación tecnológica fortalece tu permanencia en el sistema, mejora el sentido de pertenencia y aumenta la confianza en las instituciones educativas.