Colombia despidió al senador asesinado con honores, sin presencia del Gobierno y entre fuertes reclamos de justicia.
Con honores militares y una multitud reunida en la Catedral Primada de Bogotá, el país dio el último adiós al senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, asesinado dos meses después de sufrir un atentado en la capital. La ceremonia, marcada por la ausencia de representantes del Gobierno de Gustavo Petro a petición de la familia, reunió a expresidentes, figuras políticas nacionales e internacionales y ciudadanos que exigieron justicia.
La misa fue presidida por el cardenal Luis José Rueda, quien instó a superar la polarización y recuperar la paz, advirtiendo que Colombia no puede seguir siendo “un país de muertos”. Afuera, la Plaza de Bolívar resonaba con consignas como “Miguel no murió, Petro lo mató” y “No más violencia”, evidenciando la tensión política que rodea el crimen.
Uno de los momentos más emotivos fue cuando Alejandro, el hijo de Uribe Turbay, de apenas cuatro años, depositó una rosa blanca sobre el féretro cubierto con la bandera nacional. La escena evocó el funeral de su abuela, Diana Turbay, asesinada en 1991, cuando Miguel tenía la misma edad que hoy tiene su hijo.
En sus palabras de despedida, María Claudia Tarazona, viuda del senador, denunció la “maldad” de arrebatarle un padre a un niño y subrayó que su esposo defendió siempre una política decente, de principios y respeto democrático. Por su parte, Miguel Uribe Londoño, padre del político, recordó que la violencia ya le había arrebatado a su esposa y ahora también a su hijo, exigiendo que “todo el peso de la justicia” caiga sobre los responsables.
Representantes de Estados Unidos, entre ellos el subsecretario de Estado Christopher Landau y el senador republicano Bernie Moreno, también asistieron para expresar su respaldo. El cortejo fúnebre concluyó en el Cementerio Central de Bogotá, acompañado por la Orquesta Filarmónica y el cantante Yuri Buenaventura, mientras una lluvia de rosas blancas caía sobre el ataúd.