Bogotá enfrenta racionamientos de agua por el cambio climático, revelando una crisis hídrica que requiere un consumo más consciente y responsable.
Bogotá se encuentra en medio de una crisis de racionamiento hídrico, una situación que refleja la compleja relación entre el desarrollo urbano y el cambio climático. La escasez de agua no solo afecta la vida cotidiana de los ciudadanos, sino que también es un claro indicador de los desafíos que enfrenta Colombia, uno de los cinco países más vulnerables a las consecuencias del cambio climático.
El abastecimiento de agua en la ciudad se sostiene gracias a una extensa infraestructura hidráulica que incluye los embalses de Sisga, Tomine y Neusa, así como el sistema del páramo de Chingaza y otros recursos. Sin embargo, a pesar de esta red, Bogotá es susceptible a los efectos de la variabilidad en el régimen de lluvias y sequías, lo que amenaza la generación de energía, ya que gran parte de esta proviene de centrales hidroeléctricas.
El comportamiento de la población juega un papel crucial en la crisis actual. Colombia, a menudo percibido como el "país más rico en agua", enfrenta un consumo excesivo y desigual. Según la OCDE, el país presenta el mayor consumo de agua per cápita del mundo, alcanzando los 1,988 litros por persona. Sin embargo, este derroche contrasta con la realidad de 3.2 millones de colombianos que no tienen acceso a agua potable, de los cuales 800 mil viven en Bogotá.
La Alcaldía ha establecido un objetivo de consumo de 15 m³/s para la ciudad, pero el consumo actual asciende a 16.94 m³/s, superando la meta en 1.94 m³/s. Además, el sistema de Chingaza opera a solo un 51.27% de su capacidad, mientras se busca alcanzar el 70% para garantizar un suministro adecuado. La clave para salir de esta crisis radica en la adopción de un consumo más racional y consciente, evitando el acaparamiento de agua.
Iniciativas como “Cada Gota Cuenta” de la Universidad El Bosque han comenzado a hacer un llamado a la acción, implementando dispositivos de sensor en lavamanos y promoviendo el mantenimiento preventivo de la infraestructura hídrica. Marlon Shamir, representante de la universidad, señala que han logrado reducir el consumo en un 2% en comparación con el semestre anterior, demostrando que con medidas adecuadas se puede lograr una utilización óptima del recurso hídrico.
La crisis del agua en Bogotá resalta la necesidad de considerar la seguridad hídrica como un elemento estratégico para el desarrollo nacional. Es esencial que tanto el gobierno como la ciudadanía se comprometan a transformar la gestión del agua en un pilar de sostenibilidad, garantizando la preservación de los ecosistemas, la salud pública y un desarrollo social equitativo en el país.