El gas natural sigue siendo un puente clave en la transición energética, pero no la solución definitiva. América Latina enfrenta un dilema urgente.
En la búsqueda de alternativas sostenibles, el gas natural ha ganado popularidad en América Latina como una fuente energética intermedia. Su menor impacto ambiental y la infraestructura existente lo convierten en una opción viable a corto plazo. Sin embargo, según el Dr. Andrés Schuschny, experto en energías renovables, depender del gas natural a largo plazo puede limitar la inversión en energías limpias como la solar y la eólica, cruciales para un futuro energético más sostenible.
El gas natural, aunque menos contaminante que otros combustibles fósiles, aún genera emisiones significativas de CO₂. «No es una solución definitiva. Los esfuerzos deben enfocarse en desarrollar tecnologías de almacenamiento y energías renovables», afirma Schuschny. Países exportadores como Bolivia y Venezuela deben equilibrar el aprovechamiento de sus recursos con la inversión en alternativas como la geotermia y la energía hidráulica, mientras que importadores como Colombia enfrentan retos de sostenibilidad por restricciones de suministro.
América Latina posee un enorme potencial para energías renovables gracias a su irradiación solar, velocidad de vientos y recursos hídricos. Sin embargo, el costo de almacenamiento, la intermitencia de estas fuentes y la necesidad de financiamiento dificultan su implementación. Schuschny destaca que los países deben considerar características locales y equilibrar inversiones en transición energética con otras prioridades de desarrollo.
El camino hacia la sostenibilidad también depende del apoyo financiero internacional, especialmente en el marco del Acuerdo de París. Países desarrollados deben facilitar recursos para mitigar los efectos del cambio climático y apoyar a las naciones en transición. Algunos casos exitosos demuestran que es posible avanzar, aunque aún queda un largo trayecto por recorrer para lograr un equilibrio energético sostenible en la región.
América Latina enfrenta un desafío complejo: acelerar la transición hacia energías limpias sin comprometer su desarrollo económico. El gas natural, aunque útil, no puede ser la solución definitiva. La región debe avanzar hacia un modelo energético más limpio y eficiente, con decisiones estratégicas que permitan aprovechar sus recursos renovables únicos.