Por: Óscar Alfonso Pabón Monroy/ Comunicador Social comunitario
El 6 de abril de 1999 en alianza con Llano 7 días, visibilicé algunos lugares villavicenses de significativa importancia para la historia y la cultura de la capital del Meta. Con motivo del 159 aniversario oficial de Villavicencio, la tienda de “Las once y media” fue uno de los siete sitios de mi selección.
A la foto que el periódico en dicha fecha publicó le hice el siguiente texto: “Tienda Las Once y media: en su interior, debido al mobiliario tradicional, se conserva el sabor de las tiendas antiguas.
Este establecimiento continúa siendo atendido por el señor Misael Baquero, su dueño de siempre”. Quiere decir que desde hace 16 años comenzó mi tarea pública de valorar la representación histórica y cultural de ese pequeño y céntrico inmueble, en el que por dentro y por fuera se congelaron los años viejos villavicenses, ubicado sobre la calle 39. Al suelo las 11:30 Pasado el mediodía de hoy lunes, con el título “Al suelo las 11:30” me llegó un e mail remitido por Roberto Sanabria, en el que me contó la nada grata novedad y la complementó con fotografías.
Confieso que la noticia fue un perfecto aperitivo amargo para mí, pues a esa hora me disponía a almorzar.
La desarmada material de la añeja y pequeña casa sede de la tienda de “Las once y media” que hoy inició, es una nueva vil acción cargada de burla, irrespeto y atropello al pasado villavicense.
Inmediatamente recibí el mensaje de Roberto, en mi cuenta de Facebook publiqué la noticia.
Pronto allí aparecieron muchos comentarios cargados de buenos recuerdos, de la treintena de éstos comparto los siguientes sentires ciudadanos espontáneos:
“Se acabó el tomadero de los abuelos”: Giovanni A. Ramírez
“Nooooo ¿no había modo de restauración? Yo siempre compraba mis cotizas ahí”: Jaqueline Becerra –mejor pareja de baile del 47 Torneo del Joropo
“Y ¿dónde está la gente que debe velar por nuestro patrimonio arquitectónico? Y ¿ahora dónde nos tomaremos nuestro aguardiente con chuchuguasa?: Duperly A Martínez V.
“A la gente que vela por el patrimonio caso no se le hace, y eso como no da dividendos”: Carmen Julia Mejía A.
“A ningún gobierno local le ha importado la memoria histórica de Villavicencio. Eso no da plata”: Elkin Coronel C.
“Los salvajes que acaban con el patrimonio histórico de Villavicencio. Recuerdos del teatro Cóndor, las Once y media y otros”: Enrique Villar J.
“Que extraña y amarga sensación. Por fuera me veo igual, pero siento que han cortado un pedacito de mi alma y a la par que la desintegran me han dicho - esto es viejo y ya no es funcional-. Una mueca de sonrisa con acero y vidrio escribe –dale paso al futuro”: Javier Gustavo La Rotta, Maestro en Artes Escénicas
“En Villavicencio le costará caro a las generaciones presentes y futuras. No solo da tristeza esa incompetencia”: Mauricio Gnecco
“¿El nombre de las Once y media a qué se debió, y cuántos años funcionó ahí? Jorge Gámez
“Me acuerdo que mi papá tomaba sus onces allá cuando venía a la ciudad”: María Wilson
“Igual que el hotel Meta y el teatro Cóndor, nooooo ¡qué pesar!”: Rosalía Nieto
Luego de leer lo expresado por estas sensibles personas, quiero contar que mientras digerí la noticia de la desbaratada de las Once y media, recordé que hace quince días, durante la inauguración del parque de los Artesanos, ubicado a una cuadra de la simbólica tienda, escuché al alcalde de Villavicencio anunciar que su administración -con fines urbanísticos- estaba empeñada en comprar las viviendas que hacen frente al nuevo espacio público.
Así que no quiero imaginar que lo acontecido hoy con la casa de las “Once y media”, sea ya el inicio del proyecto de renovación urbana que el alcalde Zuluaga anunció de manera pública.
Siguiendo con el caso de la afectación arquitectónica, el villavicense líder cívico Óscar Sandoval en mi muro de Facebook esta tarde consignó: “Llamamos a la alcaldía, y el único que respondió fue el doctor Andrés de Planeación, y nos pidió la foto publicada por Oscar Pabón, para tomar medidas ojalá antes de las 8 am de mañana 7 de julio”.
Muy raro se me hace la respuesta del arquitecto secretario, pues el inmueble intervenido se localiza en el centro de la ciudad en sitio estratégico y por ello concurrido.
Añado que cuando redacto este artículo, la antropóloga Nancy Espinel, integrante del Consejo Municipal de Patrimonio Cultural, me cuenta que la intervención del inmueble en referencia no pasó por el Comité Técnico de la Corcumvi, por tanto no tiene ese concepto; entonces ¿quién lo emitió?.
Dada su particular importancia para la historia del comercio local, bueno será saber el pensamiento de la Cámara de Comercio y de Fenalco frente al caso de la extinta tradicional tienda. Nuestro florero de Llorente: Lo nuevamente acontecido hoy en contra del patrimonio arquitectónico de Villavicencio, nos debe invitar a tomar el caso de la tienda de Las Once y media como punto de partida para que la sociedad civil local de una vez por todas le exija a la administración municipal de ahora y a las venideras, el respeto por la memoria material del centro histórico de la ciudad.
Es hora de ponerle freno al accionar demoledor que les asiste a ciertos personajes de mentalidad mercantilista, quienes destruyen añejas casas y luego encierran sus lotes con grandes paredes.
Dos recientes ejemplos son en la calle Real frente al restaurante Bastimento y en la calle de las Talabarterías. Hoy ese paredón se convirtió en orinal público, a media cuadra del moderno edificio de la gobernación.
Por eso, la ciudadanía villavicense tiene el derecho de saber por intermedio de la secretaría de Planeación municipal, quienes son los nuevos dueños de esas propiedades y las razones por las cuales con su permiso demolieron los vernáculos inmuebles.
En comentarios callejeros, se escuchan rumores relacionados con el apetito voraz de urbanizadores que tienen en la mira a otros inmuebles, supuestamente uno de esos es la bonita casa de dos plantas, ubicada también en la tradicional calle de las Talabarterías.
Runrunes callejeros dicen que esta joya arquitectónica local, por su lote y ubicación, supuestamente está despertando apetencias de inversionistas urbanizadores.
A la exigencia ciudadana que aquí expreso, le agrego el siguiente pensamiento de Rogelio Salmona, reconocido arquitecto nacional ya fallecido, quien en 1997 al referirse a los planificadores y urbanistas dijo que: “al intervenir fríamente en la ciudad sin tener en cuenta la realidad social y la historia cagada de sentimientos, están destrozando la memoria”
Ese pensamiento es vigente en los actuales tiempos, porque como sabemos del centro histórico de Villavicencio queda ya muy poco, cabe también decir que algunas iglesias católicas igual han sido intervenidas de manera caprichosa.
Sirve el asunto inspirador de este artículo para informar a la opinión pública, que el municipio de Villavicencio es uno de los pocos del departamento del Meta que tiene pendiente el levantamiento de su inventario de patrimonio cultural, instrumento clave para ponerle freno a las atrevidas intervenciones que lo alteran o lo borran.
Hasta la presente, unos 20 municipios han hecho dichos estudios con recursos provenientes del impuesto a la telefonía móvil. Por ello, también es conveniente saber de parte de la Corporación Municipal Cultural de Villavicencio, Corcumvi, porqué a la fecha nuestra municipalidad adolece de su inventario patrimonial cultural.
Reitero que la demolición de la tienda de las “Once y media”, a los villavicenses nos debe de servir como motivo para exigirle al alcalde que a la mayor brevedad y con hechos, se manifieste en defensa de la memoria cultural e histórica de la ciudad que a él también lo vio crecer y triunfar.
Villavicencio, 6 de julio de 2015.