El régimen de Kim Jong-un intensifica ejecuciones públicas por consumir cultura surcoreana, pero los jóvenes siguen desafiando el control.
En Corea del Norte, ver una telenovela surcoreana puede costarte la vida. Esta semana, durante un foro de derechos humanos en Seúl, desertores norcoreanos revelaron cómo el régimen de Kim Jong-un ha ejecutado a ciudadanos incluso jóvenes de 22 años por compartir canciones pop o episodios de K-dramas. Aunque el gobierno intensifica su represión, no logra contener la influencia cultural de Corea del Sur entre los jóvenes del Norte.
Los testimonios fueron presentados ante la Oficina del Alto Comisionado de la ONU en Corea del Sur, como parte de un informe que se entregará en septiembre al Consejo de Derechos Humanos. Kim Il-hyuk, quien escapó por mar en 2023 junto con su esposa embarazada, narró que presenció ejecuciones por fusilamiento cada dos meses, algunas con hasta doce víctimas. La mitad, dijo, murieron por consumir contenido cultural extranjero.
Desde la pandemia, el régimen norcoreano reforzó la censura con nuevas leyes, como la de Rechazo a la Cultura Reaccionaria y la Protección del Lenguaje Cultural de Pionyang. Estas normas prohíben expresiones como “oppa” y castigan con severidad cualquier influencia surcoreana. Aun así, jóvenes como una desertora anónima afirmaron que recurrían al K-pop como forma de sobrevivir psicológicamente.
A pesar del riesgo, la cultura surcoreana continúa ganando espacio: grupos como 1Verse y Be Boys, compuestos por desertores, debutaron recientemente en la escena K-pop del Sur. Mientras tanto, organizaciones de apoyo como Woorion insisten en mantener el flujo de información hacia el Norte.
Aunque la represión crece, líderes juveniles del Sur como el emprendedor Oh Kwang-myong creen que la generación “jangmadang”, nacida en la economía informal tras la hambruna de los 90, está menos sujeta al régimen. Para ellos, el cambio vendrá desde dentro, no desde arriba.
Tomado de Bluradio