La investigación busca que la etapa de extracción sea más fácil de hacer, sin que necesariamente se haga en las mismas fincas de cultivo.
Un nuevo método de extracción de los compuestos del cannabis permitiría no solo obtener un producto más puro, sino que además ahorraría recursos –como solventes químicos para el proceso– y energía, en comparación con otras formas tradicionales. |
Una de las formas comunes de extracción de estos compuestos se hace en un único proceso, en el cual, en un tanque o cilindro, entran en contacto las flores o desechos sólidos del cultivo de la planta de cannabis con un líquido o químico solvente en un proceso de arrastre o con agitación continua, para que los cannabinoides salgan de los sólidos y pasen a la siguiente fase con el solvente, que los absorbe. En otra de las alternativas ingresan al cilindro el sólido y CO2 en condiciones de alta presión y temperatura (conocido como condiciones supercríticas), que hacen que el CO2 no esté en su forma gaseosa o líquida, sino que se comporta como ambas formas al mismo tiempo. Sin embargo, este proceso requiere de una costosa etapa de recompresión del CO2, sumado a mayores inversiones de capital en equipos que resistan una mayor presión mecánica. A diferencia de los métodos conocidos, la nueva propuesta –que se trabajó con residuos de cultivos de cannabis– incluye un proceso en el que tanto el sólido como el solvente se mueven en direcciones contrarias entre sí (proceso de contracorriente) haciéndolo más eficiente, y en vez de tener un solo tanque, los elementos pasan por varios cilindros, lo que permite aumentar la cantidad de compuestos extraídos, ya que han pasado por extracciones previas. “Es como si para hacer un café colado, o un tinto, se utilizara, en vez de agua, otro café previamente colado, por lo que mediante este proceso se obtendría un tinto más concentrado que de la forma tradicional, con mayor contenido de cafeína, y en vez de botar el residuo del café (“cuncho”) se sigue usando y se pasa a otra cafetera para un segundo lavado. “Aplicando ese proceso se obtienen cunchos finales con menos compuestos o cafeína residual”, sostiene Óscar Yecid Buitrago Suescún, uno de los coautores del proyecto, magíster en Ingeniería Industrial y profesor asociado del programa de Ingeniería Industrial de la Universidad Militar Nueva Granada. Por su parte el ingeniero químico Miguel Augusto Santaella Serrano, doctor en Ingeniería Química de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y coautor de la investigación, refiere que el cannabis sativa cultivado en Colombia tiene entre 2 y 25 % de cannabinoides, y la idea era extraer al máximo sus compuestos valiosos para luego pasar a una etapa de refinamiento o purificación. “Este es un punto clave, pues de manera aislada se obtienen cannabinoides, terpenos, flavonoides o grasas, entre otros compuestos de la planta, para su uso agroindustrial”. Actualmente los investigadores trabajan con una variedad de cannabis comúnmente cultivada en Colombia con la cual adelantan otro proyecto para hacer extracciones de la flor, que es donde se concentra la mayor cantidad de los cannabinoides. “La idea es proponer alternativas que se puedan implementar para que algunas personas, empresarios, inversionistas o quienes quieran trabajar en la cadena productiva del cannabis medicinal puedan hacerlo sin ser excluidos por un músculo financiero muy grande. Queremos agregar valor, es decir, como nos pasa con el café, que dejemos simplemente de cultivarlo y agregarle valor, por ejemplo, produciendo café tostado y molido, o soluble, o descafeinado”, señala el ingeniero Santaella. “Se necesitan centros de producción” Agrega que “pienso que debemos tener unos centros de producción agrícola que se enfoquen en la buena calidad del cultivo y centros industriales con otro foco, que puedan llegar a obtener materias primas de calidad reconocidas por la industria internacional”. “La industria del cannabis medicinal viene creciendo en el mundo a muy buena tasa, y aunque hay otros países con más desarrollo, en Colombia estamos adaptando algunas tecnologías existentes mientras le apostamos a la innovación en los procesos para aprovechar también las condiciones locales”. “En otras palabras, nos estamos terminando de inventar todavía las cadenas de producción porque es algo muy nuevo, sobre todo para la escala en la que queremos posicionarnos en el mercado mundial”. “La investigación busca que la etapa de extracción sea más fácil de hacer, sin que necesariamente se haga en las mismas fincas de cultivo, pues sería más ágil acopiar lo de varios cultivos y procesarlo en algunos centros especializados en la extracción y purificación de sus compuestos”. “Es similar a lo que ocurre con la industria del café, en la que se cultiva y se seca en las mismas fincas, pero luego se entrega a una federación cafetera (que garantiza su compra), y pasa a un proceso de tostión, molienda y empaque, que por lo general se da en las empresas agroindustriales. Si hacemos esta comparación estaríamos desarrollando ese proceso posterior para los extractos de cannabis acá, para que no se tenga que hacer en otro país, al tiempo que le damos un valor agregado a la materia prima fortaleciendo la consolidación de la capacidad productiva de Colombia”, concluye. |